Me chorrea la emoción por las orejas. No sé si es más por los nervios de estrenar este primer domingo de mayo tomándome un vermú contigo o por el mero hecho de que este formato niusletero no tenga límite de caracteres, pudiendo parlotear a gusto sin que el señor de Instagram me susurre en el cogote «El texto es demasiado largo».
Luce el Lorenzo y hace un pedazo de día de Primaverano que pa’ qué. Y aquí estoy yo, con el corazón a doscientos por hora, a puntito de apretar el botón de «enviar», segundos antes de colarme en tu correo y en los quehaceres de tu domingo (que espero que sean pocos).
Releo por última vez este vermú y no puedo evitar imaginarte dentro de un ratito disfrutando de este viaje dominical de la mejor manera que se me ocurre: sin prisa. En compañía de tu bebercio favorito, con cuatro cosas de picoteo sobre la mesa y con esa sensación indescriptible que tenemos en ciertos momentos de nuestra existencia cuando pronunciamos en alto: ¡Esto es vida!
El vermú de los sentidos.
Venga, confiesa. El nombre tiene gancho ¿A que sí? A lo mejor cuando te suscribiste, así rápido y sin pararte a leer mucho el post de Instagram, llegaste a pensar que te llegaría cada primer domingo de mes una botellita de vermú a casa. Ya sabes, como en el confinamiento, que nos pasamos chorrocientas semanas haciendo catas de quesos, de vinos, de cervezas y de no sé cuántas cosas más a domicilio para matar el tiempo.
Sin ir más lejos, ayer desayunando con unas amigas, una de ellas me preguntó si eso del vermú con el que llevo dando la turra unas semanas, era una nueva caja de Cuentos Viajeros que había sacado.
Bueno, pues lamento comunicarte que este vermú es virtual. Así que si llaman al timbre mientras estás leyendo esto, probablemente sea el de Amazon, que el pobretico mío no descansa ni el mismísimo Día del Señor. (Estás a tiempo, puedes darte de baja al final de este email).
El caso es que yo ya llevaba mucho tiempo con esta idea de newsletter revoloteando en la sesera, pero me faltaban dos cosas básicas que toda idea necesita para dejar de ser otra simple idea más en ese mar infinito de ideas que nadan libremente en una pecera tan ancha (y dispersa) como la mía, para poder hacerse realidad.
Las dos cosas en cuestión eran las siguientes: encontrar la forma y ponerle un nombre a todo eso que quería contarte cada primer domingo de mes. Lo del domingo estaba claro (¿Existe acaso un día mejor de la semana?).
Ambas surgieron de una manera bastante cómica en mi último viaje a Japón, concretamente en el vuelo de vuelta de 12h de Tokio a Abu Dhabi… Y la culpa la tuvo la merluza con espinacas y arroz que nos sirvieron para desayunar. Si te puede la chafardería, aquí te cuento todos los detalles. No tienen desperdicio.
Lo que vas a encontrar en este picoteo sensorial
Series, películas, libros, cuadros, palabras, postales, restaurantes, platos, recetas, canciones, reflexiones sin sentido y preguntas con menos sentido todavía…
Si te digo la verdad, no sé a ciencia cierta qué nos deparará este emocionante encuentro mensual, pero sí tengo clara una cosa: en el vermú, en el viajar y en la vida, es mejor dejarse llevar, fluir y disfrutar.
Y ahora sí, vayamos al turrón. O en este caso, al vermú en cuestión.
¡Camarerooo! Póngame algo pa’ recrearme la vista
Empezamos este viaje en Sicilia. Y es que no se me ocurre mejor segunda temporada de la historia que la de White Lotus. En serio, señor Mike White, ¿Cómo ha podido crear usted tal maravilla? Si la primera en Hawái ya me entusiasmó y sorprendió a partes iguales, esta segunda parte rodada en Italia no se queda corta. De hecho, ¡Qué leches! La supera.
Sentirse Monica Vitti montada en una Vespa, melena al viento y acabar comiendo unos spaghetti alle vongole… Pegarse cada mañana un desayuno de escándalo con vistas al monte Etna y a la bahía de Taormina… Deambular sin rumbo por las callejuelas de Palermo, comerse un helado sin prisa en un banco frente al puerto de Cefalú o terminar durmiendo en un opulento Palazzo de hedonismo descarado en Noto -una auténtica joya del barroco siciliano- es el sueño de los protagonistas ricachones de esta comedia dramática y satírica capaz de tenernos absolutamente enganchados en el sofá, pero también el nuestro.
Lo confieso. Tengo una enfermedad irremediable: un amor profundo por los hoteles bonitos. Y desde luego el Four Seasons de Taormina es uno de esos lugares donde quedarse a escribir. O ya puestos, a vivir.
¡Camarerooo! ¿Qué tienen en la carta pa’ deleitarse el piquito?
No sé a ti, pero a mí el viaje a Sicilia me ha dado hambre, así que no deshagas la maleta todavía… ¡Seguimos en ruta! Y en este caso, nos vamos a una de mis ciudades favoritas del mundo.
El otro día me escribió un amigo preguntándome por un restaurante un poco «espesiá» (guiño guiño) para cenar en Granada y no me lo pensé mucho. Desconozco a quién se lleva de fin de semana o el nivel amoroso-afectivo para con la susodicha, porque cada vez que nos vemos para ponernos al día me habla de una nueva candidata en su larga lista de conquistas… Pero fíjate tú, que me huele a mí que esta vez el asunto es más serio de lo que él se piensa, así que yo por si acaso, he hecho una recomendación a la altura.
Y es que hay muchas formas de decir «Te quiero» sin decir «Te quiero», pero puedes encontrarlas todas juntas en el Carmen de Aben Humeya. Un rincón de ensueño escondido en el Albaicín entre fuentes y jardines, donde el mejor mestizaje de las recetas tradicionales granaínas de toda la vida y los sabores y técnicas de la gastronomía contemporánea se hacen realidad entorno a una mesa mientras cae lentamente el sol pintando la Alhambra escarlata.
¡Camarerooo! No sé qué lleva esto, pero huele de maravilla.
El otro día me convertí en influenser de Hacendado recomendando por Instagram Stories estos helados veganos de pistacho, canelita fina para el alma. El aluvión de mensajes directos no se hizo esperar, entre los ya fans de esta adictiva delicia que imita al clásico almendrado, hecha con una crema de pistachos, base de anacardos y una cobertura de chocolate crujiente; y también entre los no conocedores de dicho manjar, a quien parece alenté encarecidamente a alegrar sus tardes estivales con este caprichito para intolerantes a la lactosa, como servidora.
Bueno, pues oigan. Hoy vengo con otra fantasía de Deliplus para continuar con nuestro viaje rumbo a Japón. (Yo no digo ná, pero los señores de Mercadona ya están tardando en patrocinar este vermú). El hallazgo en cuestión es esta maravilla de crema de manos con olor a cerezo ideal para llevarla contigo a todas partes gracias a su envase pequeño, ligero y práctico de 30ml. Y es que hay tres cosas básicas que un ungüento de manos tiene que tener para que a mí -que los he odiado desde que tengo uso de razón- me guste: que se absorba rápido, que hidrate y que huela bien. Y éste cumple perfectamente con los tres. ¿Lo mejor? El aroma a Sakura. Y es que, casualidades de la vida, me la compré para llevármela a mi viaje a Japón porque vi que ocupaba poco y cuando tuve la suerte de deleitarme con el perfume real y en directo de los cerezos en flor en Tokio, flipé pepinillos de lo logrado que está su olor. En serio, es un auténtico viaje al país nipón para llevar en el bolso por el módico precio de 1€
Aunque claro, para VIAJAZO mayúsculo a Japón, éste.
¡Camarerooo! Ven acá pa’ acá y apapáchame fuerte.
De Japón nos vamos ahora hasta México. Y es que el otro día leí una noticia sobre la psicoterapeuta estadounidense ya fallecida Virginia Satir -pionera e impulsora de la terapia familiar- en la que afirmaba lo siguiente: «Necesitamos cuatro abrazos al día para sobrevivir, ocho abrazos para mantenernos y doce abrazos para crecer».
Seamos sinceros. Siguiendo escrupulosamente estos cálculos, probablemente más de uno estaríamos ya en el otro barrio… Pero me vino a la cabeza una de esas palabras intraducibles del mundo que tanto me chiflan, en este caso de la lengua náhuatl.
Apapachar. Acariciar con el alma.
Y escribiendo estas líneas y con muchas ganas de apapacharos tremendamente fuerte a todos los que estáis dedicando un ratito de vuestro domingo a leerme, he recordado el texto de ‘Abrázame que nunca se sabe’, la carta de un lector a la sección El bloc del cartero de XL semanal.
Y ahora sí, apapachémonos mucho, que nunca se sabe…
El abrazo, Pablo Picasso
¡Camarerooo! Ese postre suena demasiado bien…
Lo reconozco. No suelo escuchar música en catalán, pero yo a Ramón Mirabet lo escucho hasta en bielorruso si hace falta. El caso es que descubrí esta canción junto a Txarango no hace mucho, y a pesar de haberla reproducido en bucle desde entonces, me sigue poniendo los pelillos como escarpias.
La vida és tant fràgil,
És tant fràgil estar aquí
Recorrent el camí,
Agraint cada passa...
T'ho posaré fàcil,
Sé que demà no estarem vius.
No estarem vius.
Tu i jo serem uns altres…
Terminamos nuestro viaje haciendo algo que, aunque parezca muy simple, a veces nos cuesta poner en práctica: habitar el presente. Disfrutar de este AQUÍ, de este AHORA. Y agradecerlo sin mesura.
Y es que, aunque indudablemente estamos vivos todo el tiempo, parece que hay ratos en los que la vida es más vida que en otros, como si hubiera distintos grados en los que estar vivo. Nos pasamos media existencia esperando a que nos pasen cosas extraordinarias (una gran celebración, estar en una playa paradisíaca en la otra punta del mundo…) para soltar a los cuatro vientos «¡Esto es vida!». Afirmando al mismo tiempo, que todo lo demás no lo es.
Hoy te propongo algo. Que alces la vista del teléfono, que mires a tu alrededor y que apapaches muy fuerte a quien tengas cerca compartiendo contigo este domingo sin prisa. Y es que como dice la canción…
«Te lo pondré fácil, sé que mañana no estaremos vivos. Tú y yo seremos otros. Y los retos, los lugares y la gente serán solo polvo en el tiempo. Somos de viento y alas».
Espero que hayas disfrutado de este primer vermú de muchos. Si tienes comentarios, sugerencias, primeras impresiones o algo que quieras contarme.. Nada me haría más feliz que recibir un email de vuelta con tu respuesta.
Si quieres compartir este vermú con alguien, no te cortes. ¡Hay vermú para todos!
Nos vemos el 4 de junio :)
Mi ratito para mi ha sido a casi las 22:00, hay hora máxima para hacerse un vermut?? Me ha encantado leerte Alba, nos vemos el 4 de Junio👌
Pero por favor que bien escrito todo! Ahora nos toca disfrutar este domingo sin prisa 🫶🏼